Día 16 : Shigatse – Monasterio Sakya – Campo Base del Everest en Tíbet
Hoy es el día que llegaremos al Campo Base del Everest, una de las guindas del pastel de este increíble viaje al Tíbet por lo que tenemos por delante un día largo de coche, de prácticamente 9 horas hasta nuestro destino. Ayer, después de un día de lo más completo visitando muchos de los lugares imprescindibles que ver en Tíbet, hemos quedado con Pasang en salir a las 8 de la mañana, después de desayunar en el Shigatse Hotel.
Después de un buen madrugón, para intentar trabajar un rato, ya que no sabemos si en el Campo Base del Everest tendremos conexión y tenemos que dejar algunas cosas listas, bajamos al comedor donde desayunamos con tranquilidad y nos tomamos un par de cafés, que nos dan energía para empezar el día con muy pocos, o ningún síntoma de mal de altura, cargar las mochilas en el coche y ponernos en camino hacia el Monasterio Sakya, la que será nuestra primera parada de hoy.
El trayecto, como todos los que hemos hecho en esta ruta por Tíbet en coche, lo hacemos rodeados de paisajes increíbles que nos vuelven a dejar imágenes que nunca olvidaremos de cielos salpicados de nubes, que parecen de algodón y una tierra, salpicada de pequeños pueblos, todos ellos llenos de color, que vamos disfrutando asomados a la ventanilla del coche, mientras conversamos con Pasang que nos sigue explicando y poniéndonos al día de todo lo que aún tenemos que ver y sobre todo, de la situación actual de Tíbet.

Llegamos al Monasterio Sakya, ubicado a 4200 metros de altitud cuando son las 11:30 de la mañana, con una mezcla de sentimientos. Y es que en este punto del viaje, sabemos que estamos a punto de llegar al Campamento Base del Everest, la que es la guinda del pastel y también el lugar en el que finalizará este viaje y desde donde iniciaremos el regreso a Lhasa. Este es uno de los motivos por los que intentamos exprimir al máximo la experiencia, además de por encontrarnos mucho mejor de lo que esperábamos a medida que vamos ascendiendo, algo que tenemos que decir, nos anima muchísimo, ya que inicialmente, al día de hoy y mañana le tenemos bastante respecto, tanto por lo que hemos leído como por lo que nos han contado y es que saber que vamos a dormir a casi 5300 metros de altitud no es ninguna tontería y menos para nosotros, que será la primera vez.

Son las 11:30 de la mañana cuando dejamos el coche en el parking y nos disponemos a empezar la visita al Monasterio Sakya, un lugar que inicialmente no íbamos a visitar, pero que al final acabamos por incluir en el itinerario inicial que planificamos para viajar a Tíbet, después de que el día que visitamos el Lago Namtso, tuviésemos que abandonar la idea de la visita al Monasterio Tshurpu por encontrarnos con un atasco enorme en la carretera y que Pasang nos sugiriese esta visita para compensar.
Después de leer y conocer un poco más sobre el Monasterio Sakya y sobre todo, ahora que estamos frente a él, tenemos que decir que creemos que fue todo un acierto hacer este cambio, y que demuestra una vez más la profesionalidad de Pasang, ya que esta es otra de las visitas que creemos es imprescindible en Tíbet, sobre todo si vas al Campo Base del Everest, ya que está prácticamente en la misma ruta.
Ruta de hoy: Shigatse – Monasterio Sakya – Campo Base del Everest en Tíbet
La ruta de hoy nos llevará desde Shigatse hasta el Campo Base del Everest, haciendo una visita al Monasterio Sakya, uno de los más impresionantes del Tíbet.
El Monasterio Sakya, al igual que el resto de edificios que se encuentran en esta zona del Tíbet son de color gris ceniza, que simbolizan la Rigsum Gonpo y nos dejan unas vistas espectaculares, además de diferentes de todo lo que hemos visto hasta el momento.
Pese a ser uno de los monasterios más increíbles que podemos ver en el Tíbet, el Monasterio Sakya, debido a su ubicación, un tanto alejada de todo, no es tan visitado como se podría esperar.
En el momento de su construcción se hizo pensando en la defensa de la zona, por eso se pueden ver perfectamente varias atalayas, estratégicamente situadas en los muros que lo rodean. Nada más entrar, lo primero que nos llama la atención es el gran patio que nos encontramos, para después acceder a la sala de reuniones, una de las más grandes que hemos visto hasta el momento, con 15 metros de altura, con los que puedes hacerte una idea de sus increíbles dimensiones.

En esta sala de reuniones, lo más destacable, además del ambiente que se respira, son las columnas que sostienen la sala, todas ellas hechas directamente de troncos de árboles tibetanos, traídos desde zonas lejanas, en las que crece una de las maderas más especiales del Tíbet, que a día de hoy está prácticamente extinta.
Seguimos la visita accediendo a otra de las capillas que hay rodeando el patio, en la que nos encontramos con un mandala de arena y 10 chortens de plata que contienen reliquias de varios monjes de Sakya.

Desde aquí seguimos la visita subiendo a las plantas superiores, donde podemos visitar varias capillas que están abiertas, para llegar después a la última planta desde donde tenemos unas increíbles vistas, no sólo del Monasterio Sakya, sino de los alrededores, desde donde tenemos una magnífica vista de prácticamente 360 grados.



Después de estas increíbles vistas, que son el colofón final y cuando son casi la 1 y media del mediodía, damos por acabada la visita al Monasterio Sakya, un lugar que ha superado todas nuestras expectativas y que recomendamos profundamente, sobre todo si vas hasta el Campo Base del Everest, ya que únicamente tienes que desviarte unos kilómetros para poder conocerlo.
Llegados a este momento del día tenemos dos opciones, comer aquí o un poco más adelante, así que viendo la hora que es, decidimos ir a uno de los restaurantes que hay frente al Monasterio Sakya, donde comemos un plato de fideos fritos con carne y verdura, uno de arroz, más agua y los platos de Pasang y Tree por 90RMB por persona, un precio más que ajustado y además, todo buenísimo.

Son las 14:30 cuando volvemos a ponernos en marcha, ahora ya sí que hacia el Campo Base del Everest en Tíbet, perdiéndonos entre paisajes de ensueño, cada vez más salvajes que no hacen más que recordarnos lo pequeños que somos. Riachuelos que rompen las montañas dejando unas cicatrices extremadamente bellas, que nos recuerdan lo importantes que somos y lo mucho que nos queda por aprender del lugar en el que vivimos.

Son poco más de las tres de la tarde cuando llegamos al primer paso de este trayecto, 5200 metros, donde hacemos una breve parada, de solo unos minutos, para seguir el camino y hacer otra pequeña parada para estirar las piernas en la señal donde se indica el inicio del Parque Nacional del Everest o Qomolangma, su nombre en tibetano, que nos recuerda lo cerca que estamos ya de cumplir otro de nuestros sueños viajeros.

Seguro de viaje a Tíbet
Algo que tenemos que tener muy presente en cualquier viaje es hacerlo con un seguro de viaje. En un destino como Tíbet, en el que estarás sobre los 3000 metros de altitud, además debes tener en cuenta que tu seguro de viaje cubra cualquier necesidad a esa altura, ya que la mayoría de seguros no lo cubren.
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Seguimos el trayecto para pasar después dos controles donde tenemos que presentar toda la documentación de entrada al Campamento Base del Everest, para después de unos kilómetros, dejar la Carretera de la Amistad y acceder a una pequeña carretera que en unos 100 kilómetros nos dejará uno de los lugares más increíbles del mundo. Uno de los lugares que nos llevaron a hacer este viaje al Tíbet.

A partir de aquí, los paisajes se vuelven todavía más increíbles, mostrándonos la parte quizás más salvaje, y es que a medida que avanzamos y mayor es la altitud, más increíbles nos parecen los paisajes y más encantadores los pueblecitos que vamos encontrándonos.

En el ascenso, Pasang nos cuenta que los meses de abril y mayo son la mejor época para ver el Everest despejado y que aunque hoy parece que está nublado y desde el siguiente paso probablemente no lo veremos, seguro que mañana desde el Campamento Base del Everest, lo veremos al amanecer. O al menos es lo que cree y lo que nosotros empezamos a desear con fueras, ya que no queremos ni imaginarnos llegar allí y no poder verlo ni hoy ni mañana. Algo que por otra parte, nos dicen que no es nada raro, sino todo lo contrario y que no sería la primera vez ni la última que acompañan a algún viajero que se va sin tan siquiera ver el pico de la montaña más majestuosa del mundo.
Incluso nos cuenta que ha tenido gente que en pleno agosto, la peor época para ver despejado el Everest, se han llegado a quedar una semana en el Campo Base para intentar verlo, sin conseguirlo, ya que en esa época, la mayor parte del tiempo está totalmente cubierto de nubes.
Y con esta conversación, curva tras curva y metro tras metro, de repente llegamos a los 5200 metros y frente a nosotros aparece. Majestuoso. Increíble. Así, sin más. En el horizonte, por fin, tenemos el Everest.


Nos bajamos del coche casi sin creérnoslo y sin tener muy en cuenta que estamos a más de 5200 metros de altitud y nuestro cuerpo no actúa como a menor altitud, cruzamos la carretera a toda velocidad para no perdernos ni un segundo de las vistas que tenemos.
Es momento de disfrutar, de sentir y sobre todo, dar las gracias por este increíble regalo, que aunque no se ha mostrado totalmente despejado, nos ha obsequiado con unas vistas parciales que estamos seguros, no olvidaremos por ser las primeras que hemos tenido del Everest.


Después de estar aquí un rato, con un viento y un frío que nos corta las manos y la cara, volvemos al coche para volver a atravesar las montañas, ahora de bajada y con unas impresionantes vistas a la cordillera del Himalaya, al Everest, rodeados de pueblecitos, que hacen de este un momento único e inolvidable.

No tardamos más de una hora en llegar al que será nuestro alojamiento de esta noche, a 5200 metros de altura sobre el nivel del mar, el Rongbuk Monastery Guesthouse.

Tenemos que decir que hemos leído verdaderas barbaridades sobre este alojamiento, pero no nos hace falta más de un minuto para ver que es el mejor lugar del mundo: desde la ventana, rota, de nuestra habitación tenemos unas vistas únicas del Everest, al igual que desde el salón donde se cena y desayuna. ¿Qué más podemos pedir?
Alojamiento en el Campo Base del Everest Tíbet
Como puedes imaginar, no hay demasiadas posibilidades de alojamiento en el Campamento Base del Everest o en los alrededores.
– Rongbuk Monastery Guesthouse: Esta es la opción que nosotros hemos escogido. Con habitaciones compartidas, dobles o triples, está abierto todo el año. Dispone de los servicios básicos y el baño es compartido (sin duchas), únicamente baño a la turca. No esperes demasiada higiene ni en las habitaciones ni en el baño.
– Everest Tent Guesthouse: Únicamente está operativo en los meses de verano, aunque cuando empieza la temporada de escalada (abril), normalmente ya está abierto.
– Zhufeng Hotel: Camino al Campamento Base del Everest. Únicamente abierto en temporada alta.

En estos momentos el Everest está bastante cubierto, por lo que Pasang nos recomienda cenar, descansar todo lo que podamos e ir mañana hasta la zona más próxima a la montaña que nos permite el permiso que tenemos, desde donde podremos contemplar el Everest en todo su esplendor.
Como no podía ser de otra forma, le hacemos caso, dejamos nuestras mochilas y la bombona de oxígeno en la habitación por si lo necesitamos y nos vamos al salón del hotel, donde se está mucho más caliente que en la habitación, ya que hay una estufa, donde cenamos un arroz con verduras más agua por 74RMB, que tenemos que decir está buenísimo y más teniendo en cuenta que lo de degustamos con unas vistas sublimes, aunque nubladas, del Everest frente a nosotros.

Después de una sobremesa, en la que no podemos apartar la mirada de las ventanas, al calor de una estufa calentada por excrementos de yak, nos vamos a la habitación, donde después de encender la manta eléctrica, para que se vaya calentando una de las camas, está más que claro que no vamos a dormir separados contando que los cristales están agrietados y entra bastante frío y la temperatura de la habitación está a menos 2 grados…aprovechando estos minutos para disfrutar de un increíble atardecer sobre el Everest desde el Rongbuk Monastery Guesthouse.


Faltan unos minutos para las 9 de la noche cuando volvemos a nuestra habitación, nos colocamos 3 nórdicos sobre nosotros, y por supuesto dormimos vestidos, cuando caemos como niños, en un sueño profundo, todavía incrédulos de saber que estamos en las faldas de la montaña más alta del mundo y que desde nuestra ventana, el Everest vigila nuestros sueños.

«El Everest siempre ha sido un imán para chalados, románticos irredentos, buscadores de publicidad o gente con un sentido de la realidad un tanto dudoso». Jon Krakauer
Recuerda que cualquier viajero extranjero que quiera viajar al Tíbet debe hacerlo a través de una agencia (ES IMPOSIBLE VIAJAR AL TÍBET POR LIBRE), ya sea agregándose a un grupo o de forma privada y tener, antes de entrar en Tíbet, una ruta fija, que la agencia habrá presentado y deberá estar aprobada por las autoridades chinas.
Para obtener el visado y todos los permisos, es necesario que este itinerario esté aprobado por las autoridades. Además no es posible modificar el itinerario sobre la marcha, algo muy importante a tener en cuenta, ya que te obligará a tener claro qué quieres visitar desde el primer momento, ya que en base a eso, la agencia gestionará los permisos.
En nuestro caso hemos viajado con The China Guide, quien nos gestionó todos los permisos después de diseñar juntos un itinerario personalizado, con guía en español y que nos ha llevado a disfrutar como nunca hubiésemos imaginado de este lugar tan mágico.
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