Día 3 : ÁMSTERDAM – ZAANSE SCHANS – ÁMSTERDAM: CANAL SINGEL – BEJINHOF – REMBRANDPLEIN – HERMITAGE – NIEWMARK – OUDE KERK
Después de los dos días que llevamos de nuestro viaje a Ámsterdam hoy hemos puesto el despertador un poco más tarde, a las 7 de la mañana, para visitar Zaanse Schans en un día, el destino que hemos elegido como el destino de esta mañana.
Hay tres opciones para visitar Zaanse Schans desde Amsterdam: coger el autobús 391 en la Estación Central, el tren hasta la estación de Koog-Zaandijk y desde allí caminar 10 minutos hasta la zona de los molinos o reservar esta excursión a los molinos de Zaanse Schans en español.
Si quieres visitar en el mismo día Volendam y Edam, dos de los pueblos más de Holanda, puedes reservar este tour con guía en español.
Nosotros optamos por la segunda, algo más barata, más rápida y que nos dará la oportunidad de conocer un poco los alrededores de Ámsterdam.
Antes de coger el tren que nos llevará a visitar Zaanse Schans desayunamos en un Starbucks de la estación donde pedimos los ya habituales muffins con café por 10.50 euros.
Sin duda ese cinnamon roll matutino me traslada a las muchas mañanas que en nuestro viaje a Japón desayunábamos eso.
Después de desayunar nos vamos a sacar los tickets de tren de Ámsterdam a Koog-Zaandijk que es la parada en la que nos tenemos que bajar para visitar Zaanse Schans, en la zona de venta de tickets, que está entrando en la estación a mano izquierda. El precio de los tickets de tren de Ámsterdam a Zaanse Schans es de 7 euros cada uno ida y vuelta.
Os aconsejamos que preguntéis en información la hora y el andén ya que en los paneles informativos, no es que sea difícil, es que es imposible adivinarlo.
Y por fin a las 9.17 de la mañana ya estamos saliendo de Amsterdam para visitar Zaanse Schans, el famoso pueblo de los molinos.
Después de 4 paradas llegamos a la estación de Koog-Zaandijk a las 9.35 de la mañana, 20 minutos después, salimos de la estación en línea recta y cogemos un mapa gratuito de la zona en una máquina expendedora que encontramos a pocos metros de la estación.

Desde la estación de Zaanse Schans hasta la zona de los molinos hay unos 10 minutos andando atravesando un puente levadizo, que para la circulación cuando tiene que pasar un barco que supere la altura.


Llegamos a la zona de los molinos y nos encanta. Nos traslada en un minuto a pleno s.XVII.

Vamos paseando por la calle central sin parar de hacer fotos, disfrutando de un día de sol increíble, que nos recuerda, como no nos cansaremos de decir, la suerte extrema que estamos teniendo con el tiempo todos nuestros viajes, recordemos el viaje a Islandia donde suele llover día sí, día también y sólo nos llovió una tarde.
Llegamos al molino de los pigmentos y al ser una de las atracciones que entran en la I amsterdam City Card, si no la entrada cuesta 3.50 euros por persona, entramos dentro para disfrutar de una experiencia que no habíamos tenido la ocasión de disfrutar anteriormente: ver el interior de un molino.

Zaanse Schans es ese pueblecito que parece sacado de un cuento, precioso, que nos parece mentira se encuentre a sólo 10 kilómetros de Ámsterdam.
Zaanse Schans han logrado recrear el ambiente del típico pueblo holandés de los siglos XVII y XVIII en el que los molinos de viento junto al río son el atractivo principal.


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Muchos de estos molinos siguen funcionando, como el de pigmentos que acabamos de visitar y se utilizaban para hacer mostaza, aceites o madera.
Durante la ruta por Zaanse Schans en un día también podemos encontrar una quesería, una fábrica de zuecos, un museo, tiendas de souvenirs y una cafetería.

Damos un buen paseo por la zona, sin visitar el interior de ningún otro molino y de vuelta paramos en Catherine Cheese, una tienda que quesos holandeses donde con la I amsterdam City Card nos hacen un 25% de descuento si compramos 6 quesos. Adivináis qué hemos hecho, no? Comprar 6 variedades que no están buenas, si no buenísimas y con las que seguramente llevaremos algo de sobrepeso en nuestra vuelta a casa.

De aquí seguimos para visitar un par de tiendas de souvenirs, donde también tenemos un 25% de descuento y en una de ellas, donde fabrican los famosos zuecos, llegamos en el momento en el que están haciendo una demostración, así que matamos dos pájaros de un tiro y aprovechamos también para comprar algunos zuecos de madera sin color, algo más diferentes a los que estamos acostumbrados y que no resultan «tan turísticos».
A las 12.45 del mediodía damos por terminada nuestra excursión desde Amsterdam para visitar Zaanse Schans y volvemos hacia la estación de tren desde donde sale un tren a la estación central de Amsterdam a las 13.07 del mediodía.
Sin duda después de la experiencia podemos decir que Zaanse Schans es una visita obligada, que aunque turística, se muestra como un museo al aire libre.

Llegamos en 20 minutos y antes de irnos a comer nos vamos directos al hotel a dejar los quesos que nos han dado un buen sobrepeso estos últimos minutos y nos vamos directos a comer al GreenWoods, un restaurante orgánico muy recomendado donde pedimos hamburguesa, sándwich de atún, patatas y agua y coca cola (no hay alcohol) por 28.55 euros

Acabamos de comer y nos vamos paseando por el canal Singel hasta Bejinhof, uno de los escenarios más bonitos de Amsterdam y un remanso de paz en la ciudad.

De camino a Bejinhof también aprovechamos para pasar por los Edificios okupa Groote Keijser, donde encontramos un lugar de lo más animado y sobretodo pintoresco.

Llegamos a Bejinhof y en el momento en el que atravesamos la puerta nos sentimos como dentro de un cuento. Un pequeño patio nos recibe, oculto entre casitas y jardines.

El Bejinhof del siglo XIV ya no es un secreto, pero continúa siendo un oasis de paz en el momento en el que se cruza su puerta.
Las beguinas eran una orden católica de mujeres solteras o viudas que atendían a los ancianos y vivían una vida religiosa sin haber hecho votos monásticos.
Aquí también podremos encontrar la casa más antigua de Ámsterdam.
Después de un rato de relajación seguimos nuestro itinerario, esta vez enganchando en la parte del recorrido de la página 115 que nos dejamos ayer en nuestro recorrido por Ámsterdam, sin finalizar, quedándonos en el Mercado de las Flores, desde donde nosotros abandonamos el recorrido dirigiéndonos al Museo Van Gogh.
Llegamos al río Amstem y podemos disfrutar del famoso hotel Europa siguiendo hasta Rembrandtplein.

Desde aquí, seguimos hasta Reguliersgracht, el canal de los 7 puentes, que son 15 mirando en todas las direcciones.
Caminando hacia el este llegamos de nuevo a las orillas del río Amstel, pudiendo ver el increíble Magere Brug y pasadas las esclusas el tejado del Koninklijk Theater Carré.

Como no podía ser de otra forma y estando en esta zona de la ciudad, no podemos evitar parar frente al Hermitage, que pese a no entrar, se queda grabado en nuestras mentes para la próxima visita a esta ciudad que nos ha enamorado.

Desde aquí empezamos el recorrido de la zona de Niewmark de la página 85 de nuestra guía de Ámsterdam donde empezamos en el mercadillo de Waterlooplein, donde encontramos cantidad de cachivaches aunque ya están cerrando.
Algunos de los puntos más interesantes de esta zona de la ciudad es la Sinagoga portuguesa israelí, cerrada por ser sabbath, que nos apuntamos también para la próxima visita que hagamos a la ciudad.

Desde aquí vamos hasta la Casa Rembrand donde tampoco entramos, pero que no dejamos de conocer sus alrededores.

A veces imposible hacerlo todo y tenemos que dejar cosas pendientes para otro viaje, así también tenemos una excusa perfecta para volver.
Seguimos con un tiempo espléndido y llegamos al puente y una de las zonas más fotogénicas de Ámsterdam.

Aunque tenemos que decir que nosotros hemos encontrado lugares más fotogénicos que no este 😉
Empieza a verse mucho ambiente en las calles y en las terrazas y aunque estamos deseando sentarnos a tomar algo, aún nos quedan varias cosas que ver, así que seguimos un rato más nuestro planning.
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Seguimos hasta en Barrio Chino, en el que paramos algo más de atención de la que hubiésemos prestado en cualquier otro momento, quizás por saber y ya tener confirmado uno de los viajes del próximo año 😉

La verdad es que no es demasiado grande y no hay mucho ambiente, por lo que no estamos mucho tiempo y esto nos lleva a volver al Barrio Rojo, donde ya vemos algunos escaparates con las cortinas descubiertas.
Pasamos por Oude Kerk, donde en la entrada está la famosa piedra del pecho tocado por la mano.
Son las 17.45 de la tarde y entramos por los pelos, ya que cierran a las 6 y aquí sí que son puntuales.

La entrada son 7.50 euros por persona, pero al disponer de la I Amsterdam City Card, la entrada es gratuita, así que pasamos unos minutos conociendo una de las iglesias más famosas de la ciudad.
Salimos pasadas las 6 y ahora sí que nos paramos a tomar algo en una terraza de la zona. A estas horas de la tarde necesitábamos descansar un rato más que el comer.
Esta ciudad nos ha enamorado y nos está matando de cansancio a partes iguales.
La verdad es que aunque tengamos el transporte en Ámsterdam sin coste por la I Amsterdam City Card, siempre nos ha gustado movernos andando, así que no lo hemos aprovechado demasiado hasta el momento.
Después de dar un par de paseos más paramos en un coffee shop, donde no sirven alcohol por cierto y pedimos un café y una coca cola por 4.70 euros

Son casi las 7 cuando hemos renovado energías y nos vamos a buscar un sitio para cenar que aunque no os lo creáis no encontramos hasta las 20.30 de la tarde.
En viernes noche, empieza en Congreso de Tecnología, mañana empieza el Fin de Semana de Museos gratis, así que todo se ha puesto en nuestra contra.
Al final acabamos en Van Kerkvijk, recomendado en el Tripadvisor, donde nos tenemos que sentar fuera, ya que dentro están a tope, pero no desechamos la oferta como podéis entender.
Pedimos un agua, cerveza y cuando nos lo sirven, después de esperar unos 20 minutos pasan otros 20 hasta que viene una camarera diciendo que no tienen carta y que nos irá diciendo ella lo que tienen, adelantándonos que es un menú y tienen que ser 3 platos sí o sí. Vamos todo un desacierto a estas horas, así que pagamos los 5.05 euros de la bebida y nos vamos a un argentino que habíamos visto antes en una calle cercana a la Plaza Dam. Está clarísimo que hoy no está siendo nuestra noche gastronómica perfecta.
Pedimos un plato de carne, unas empandillas, pan de ajo y agua por 35 euros.
Acabamos pasadas las 22.30 y viendo la hora que es nos acercamos al Barrio Rojo a ver el ambiente que hay a estas horas antes de volver al hotel.
Una buena opción para visitar este barrio es reservar esta visita con guía en español que también incluye un crucero por las canales.

Es increíble la cantidad de gente que se agolpa a estas horas frente a los escaparates y en las calles. Esto nos hace sentir como si estuviésemos en un «zoo», mirando a través de los barrotes.
Tenemos ese sentimiento encontrado, en el que no sabemos exactamente por qué, nos sentimos incómodos mirando algo que está precisamente para eso, ser mirado.
Después de un buen rato por la zona, ya pasadas las 11 de la noche y considerando que llevamos desde las 7 de la mañana en marcha, decidimos que es el momento de volver al hotel a descansar. Mañana tenemos otro día completo en la ciudad de los canales, los molinos y los coffee shop.

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